En junio de 2008, el 94.7% de los africanos no podían leer este blog: según las estadísticas, no disponen de acceso a Internet. Por dos motivos: o bien no tienen manera de conectarse a la Red, o bien la conexión resulta demasiado cara. Y así no hay globalización que valga. Porque la situación sólo es un poco mejor en Asia -donde la penetración de Internet alcanzaba al 15.9% de la población en aquel entonces-, Oriente Medio (22.9%) y América Latina y el Caribe (25.2%).
La globalización es un proceso complejo, maravilloso, y no exento de problemas. Tiene en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) una de los factores que la están haciendo posible. Internet es su espina dorsal, la gran plaza pública mundial que nos permite pasar de la Era Industrial a la Era de la Información.
Así que hay unos 5.000 millones de personas desconectadas en el planeta. Ahí es nada. Y a alguien se le ha ocurrido que hay que proveerles de acceso a Internet. La empresa se llama O3b y sus operaciones las financian Google, Liberty Global -el principal operador de cable para la transmisión de datos del mundo- y el banco HSBC. No es una ONG, es un negocio. Pero si consiguen su objetivo, llevar Internet barato a todas partes, habremos dado un paso más para que el mundo sea un poco menos imperfecto.
El pasado domingo, The New York Times (NYT) publicaba un reportaje sobre la llegada de la conectividad a Entasopia, en Kenia. Entasopia es un lugar tan distante de cualquier parte que escribes su nombre en Google y te encuentras con que la práctica totalidad de lo que aparece en las dos primeras páginas de resultados para la búsqueda son enlaces generados por bloggers que han redifundido el reportaje del NYT. Y el reportaje explicaba la idea de O3b para conectar el mundo entero: están sembrando satélites alrededor del planeta para enviar la señal a lugares remotos.
Se trata de una buena iniciativa. Y ya se verá si llega a ser un buen negocio. Aunque yo preferiría, la verdad, que la ONU les haga la competencia, que entiendan que las redes de voz y datos son hoy tan importantes para la economía como las carreteras, y que los países más pudientes comiencen a financiar iniciativas destinadas a romper la brecha digital: conectividad y alfabetización electrónica son los trabajos clave. Sólo así se podrá seguir avanzando en la globalización. Y generando un mayor desarrollo económico mundial que debe servirá a los países pobres para ser menos pobres -o para llegar a ser ricos- y a los países ricos para formar parte de un sistema global ya no sólo más justo, sino más interesante para sus negocios.
(La foto que acompaña a este post fue publicada en el reportaje de NYT citado en el cuarto párrafo).
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