Así comenzaba el artículo publicado por la defensora del lector de EL PAÍS, Milagros Pérez Oliva, el pasado domingo: "Si entra en Google con mi nombre verá como punto dos una noticia acerca de mí, de hace veinte años, nada agradable, que no quiero dejar a mis nietos. Máxime cuando es francamente obsoleta. (...) Le ruego tenga a bien ordenar su retiro".
Pérez Oliva se refería al creciente número de solicitudes recibidas en EL PAÍS por parte de personas que quieren que desaparezcan de la Red informaciones publicadas por ese diario hace años y que comprometen su imagen. Un ejemplo: una persona es imputada en un delito y resulta inocente; nunca se publica la sentencia de inocencia: quien la "guglee", sólo conocerá su "mancha".
Juan Varela postea sobre el tema y llama a los periodistas a ser más responsables. Pérez Oliva reparte responsabilidades con Google y apela, también, a la responsabilidad de los periodistas.
Creo que la cuestión es más complicada que todo eso. Pasa porque los periodistas sean más responsables. Pero la función de los periodistas es informar, no seguir casos personales. Y, al mismo tiempo, nadie se merece cargar para siempre con faltas que no le corresponden.
El tiempo generará soluciones. Una podría ser la capacidad, por parte de los usuarios, de enganchar a las informaciones que afectan a su imagen otras que sirvan para rebatir datos incorrectos. Otra opción podría ser eliminar definitivamente los nombres de las personas de los periódicos, excepto en el caso de que ocupen cargos públicos. ¿A alguien se le ocurren más ideas? Queda mucho por andar en este tema, y sólo estoy seguro de una cosa: las herramientas para la gestión de la identidad virtual serán más y cada vez más importantes en los próximos años.
Pérez Oliva se refería al creciente número de solicitudes recibidas en EL PAÍS por parte de personas que quieren que desaparezcan de la Red informaciones publicadas por ese diario hace años y que comprometen su imagen. Un ejemplo: una persona es imputada en un delito y resulta inocente; nunca se publica la sentencia de inocencia: quien la "guglee", sólo conocerá su "mancha".
Juan Varela postea sobre el tema y llama a los periodistas a ser más responsables. Pérez Oliva reparte responsabilidades con Google y apela, también, a la responsabilidad de los periodistas.
Creo que la cuestión es más complicada que todo eso. Pasa porque los periodistas sean más responsables. Pero la función de los periodistas es informar, no seguir casos personales. Y, al mismo tiempo, nadie se merece cargar para siempre con faltas que no le corresponden.
El tiempo generará soluciones. Una podría ser la capacidad, por parte de los usuarios, de enganchar a las informaciones que afectan a su imagen otras que sirvan para rebatir datos incorrectos. Otra opción podría ser eliminar definitivamente los nombres de las personas de los periódicos, excepto en el caso de que ocupen cargos públicos. ¿A alguien se le ocurren más ideas? Queda mucho por andar en este tema, y sólo estoy seguro de una cosa: las herramientas para la gestión de la identidad virtual serán más y cada vez más importantes en los próximos años.
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