
Todo esto en Estados Unidos, claro, donde la penetración de Internet resulta especialmente alta. Además, el nivel de familiarización de los usuarios estadounidenses con la Red genera espacio para el éxito de iniciativas como el canal de ventas Twitter de Dell o la venta trashumante de comida de calidad. ¿Cuánto tardarán en extenderse este tipo de prácticas a otros países del mundo? Muy poco, seguramente.
La buena noticia para las organizaciones del resto del mundo es que tienen tiempo para prepararse. Para comenzar a preocuparse más por su reputación digital. Porque la Red es ahora más que un canal, es un mercado en sí mismo, la plaza pública a la que las personas asisten para desarrollar buena parte de su quehacer diario. Y el hecho de que esas personas te escuchen, o dejen de hacerlo, depende de tu reputación digital. Si eres confiable, tendrás un mejor lugar en la plaza. Además, cuanto más tiempo pasan las personas en la Red, menos información necesitan del mundo off-line para tomar decisiones. Así que es tiempo de multiplicar esfuerzos para la mejora de la reputación 'on line'. Porque tanto dará, cada vez más, lo que seas o lo que hayas sido fuera de la Red. Los usuarios de Internet comparten una cultura, unas normas, un paradigma de la confianza; y sólo las organizaciones que sepan cómo se transmite esa confianza a través de Internet resultarán exitosas en el nuevo escenario. Ese es el mundo hacia el que caminamos.
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